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Gabriel Mejía
Gigante del arco verdolaga de los años 40 y 50, héroe del primer título verde de la historia y animador constante del fútbol colombiano puesto que integró en repetidas ocasiones las diferentes selecciones Colombia que asistían a las diferentes copas América de la época. Hizo parte de la primera convocatoria de Fedefútbol a jugadores de Nacional en 1950 y fue emblema del Municipal y posteriormente de Nacional. El primer gran guardián del arco verdolaga, artífice del título de 1954.
Raúl Navarro
Lorenzo Carrabs
René Higuita
Miguel Calero
David Ospina
LATERALES Ignacio Calle Jugador de otros tiempos con características propias del futbolista de hoy. Seguro en marca y con capacidad de desdoblarse al ataque. Campeón con el equipo de Fernando Paternóster en 1954 e integrante de varias selecciones Colombia, Ignacio Calle fue uno de los primeros laterales de nuestra tierra antioqueña que nutrió al fútbol colombiano con su picardía y sus centros de gol.
Gerardo Moncada El Alemán mostró su jerarquía en los títulos de 1973 y 1976 cuando borró de su costado a cuanto puntero se apareciera gracias a un pundonor deportivo y a una entrega propias del jugador teutón que se pone la camiseta de su país y se muere sobre ella. Gracias en parte a su presencia, conformó varias líneas defensivas invulnerables en el equipo verdolaga y su talento natural le colaboró para entrar en el salón de la fama del mejor equipo de Colombia.
Gilberto Salgado El Comanche tenía un sacrificio y una garra que le entregaban la personalidad con la cual batalló en todas las canchas del país. Aplicado, dedicado y consagrado a su trabajo, basó en el esfuerzo toda su actitud y terminó por ser campeón del coraje en un equipo campeón del fútbol colombiano. Digno de emular por todas las generaciones venideras por su entrega y lucha.
Luis Fernando Herrera El mejor lateral de todos los tiempos del fútbol colombiano se hizo grande en Atlético Nacional jugó dos mundiales y nunca desentonó con el balón en los pies. Parecía el armador del equipo, sin él, los volantes carecían de llegada, abría la cancha hasta la última línea, parecía un puntero más y tiraba centros de Hollywood para goles de película. Su capacidad a pesar de la altura, lo llevó a conocer a la perfección el puesto y dejar enseñanzas para la posteridad. Manejaba ambas piernas con suficiencia, si no tiraba el centro desde la última raya enganchaba y lo lanzaba con la misma efectividad con la izquierda y hacía diagonales propias de un delantero de buenas características. Tal vez le ayudaba el compás de sus piernas para engañar a sus rivales pero con lo que nunca engañó el Chonto, fue con su sudor y su entrega. Un señor de las canchas, quizás el mejor lateral de la historia del fútbol colombiano.
Diego Osorio Magia, ilusionismo, espectáculo y show en solo dos piernas. Pudo tranquilamente David Copperfield inspirarse en él para armar el mundo de su éxito. Con el balón en los pies, por izquierda o por derecha, era un genio que escondía conejos, sacaba palomas, aparecía cartas e hipnotizaba rivales merced a una cualidad nunca vista en el balompié patrio: el túnel. Su endemoniada gambeta le permitió arrimarse tantas veces al gol como pocos laterales de nuestro fútbol. Lastimosamente su rodilla nos jugó a todos los amantes del fútbol una mala pasada y le tocó retirarse antes de tiempo. Dejó su huella y eso se le agradece.
José Fernando Santa Otro lateral por ambos costados que tenían un pique demoledor. Cumplidor de las funciones defensivas, y además pasaba al ataque para sumar juego, no para incrementar la gente. Campeón de 1994, y mundialista de 1998, el pereirano se ganó un lugar en el escalón de los ídolos verdolagas, además, por su fino fútbol, sus participaciones internacionales y porque siempre prestigió el balompié nacionalista por su pulcro manejo de la pelota.
Camilo Zúñiga Recién aparecido en el olimpo verdolaga, Zúñiga se trata de un jugador que tiene perfil derecho y que juega como lateral, marcador o carrilero por esa banda. Dentro de sus principales habilidades se pueden mencionar su gambeta larga y certera que le impide a cualquier defensa frenarlo sin falta. Apoya el ataque con técnica y decisión y defiende con cautela. Su disparo de media y larga distancia le ha permitido marcar varios goles y es vital para abrir la cancha cuando los equipos contrarios se paran muy cortos en el terreno de juego. Por su clase es un jugador de potrero que desnivela en cualquier momento del partido, se asocia de la mejor forma con el resto de compañeros, hace diagonales o llega a la raya final a tirar el centro y tiene muchas facilidades de desequilibrio en ataque. Tanta clase le ha permitido marcar en el fútbol colombiano varios goles en tan corto tiempo, y eso siendo un defensa. Con tan solo 21 años es bicampeón del fútbol patrio con Nacional y tiene destino internacional.
CENTRALES Atilio Miotti El primer extranjero del club de la historia llegó para colaborar en la construcción de la grandeza del club. Fuerte en el juego aéreo y dúctil con la pelota en los pies, realizaba buenos cierres y conducía al equipo desde atrás siendo líder y mostrando su bagaje. Su temperamento fue factor determinante en el primer título del club en 1954 y por eso será recordado como el caudillo de un equipo que comenzó semejante historia. Teófilo Campaz Nacional encontró en Campaz un defensa sólido en el juego aéreo, y fuerte por abajo que conducía bien la defensa y era seguro en la marca personal. Héroe de Belo Horizonte cuando Nacional triunfó por primera vez para Colombia en territorio brasileño en la Copa Libertadores de 1975 ante Cruzeiro, posterior campeón de esa edición copera y campeón en 1973 cuando el cuadro verdolaga suspendía los 19 años infames para el sentimiento verde sin ser campeones. Andrés Escobar
Iván Ramiro Córdoba
José Luis Brown
Aquivaldo Mosquera Salido de la cantera del fútbol nacionalista, muchos le adivinaron su estampa de jugador diferente, aunque unos autogoles hayan desviado la atención de la gente. Demoledor en el juego aéreo en ambas áreas y capacitado para momentos cumbres y definitivos de los partidos, Aquivaldo atesora entre sus propiedades la exquisitez del central que hace la fácil en momentos difíciles y que tiene una confianza en sí mismo que lo llevó a cambiar pitos por aplausos de la tribuna, hecho que solamente son capaces de hacer los grandes de verdad. Campeón en 2005 con Nacional, Mosquera es otro de los emblemas del club que juega en el exterior.
Campeón verdolaga en 2005 y 2007, Humberto llegó procedente de Bucaramanga para hacerse grande en Nacional. Poco a poco mostró fuerza en el disparo, exactitud en el juego aéreo y rápidas coberturas que lo acreditaron como el mejor central de Nacional de los últimos tiempos. Tanto es así, que durante los últimos tiempos Nacional mostró un comportamiento defensivo sin Humberto Mendoza y otro completamente diferente cuando él se repuso de una lesión que lo marginó durante unos meses de las canchas. Otro central verdolaga, de tantos y tantos, que tendrá destino internacional.
Iván Hurtado El ecuatoriano Iván Hurtado llegó a Atlético Nacional en enero de 2007 y se fue en enero de 2008 y dejó, aparte de su experiencia y carisma, dos títulos y el primer bicampeonato en la historia del club. El Bam Bam en el elenco nacionalista fue un defensor que hizo del criterio y la sobriedad su bandera, que se entendió a la perfección con Humberto Mendoza, que tuvo una técnica depurada y casi perfecta que le permitía dominra y gobernar cualquier balón, así pareciera ladrillo, y que hacía unos cambios de frente tan precisos que posibilitaban la salida por los costados del elenco de Quintabani. Aparte su velocidad impedía cualquier intento rival de acercarse a ras de piso y lo mejor es que se fue del club siendo ídolo, amigo y señor, de sus propios compañeros. En Colombia, Hurtado demostró que el futbolista extranjero debe marcar diferencias como él, que en determinados momentos, tuvo nivel de hollywood. VOLANTES DE MARCA Nicolás Gianastasio En tiempos en los cuales se defendía con tres y se atacaba con seis, el argentino se batía como un león en el mediocampo para impedir la mayoría de ataques rivales. Fundamental en la campaña del primer título verdolaga, Gianastasio colaboró con entrega y garra, además de pases de gol, para enarbolar desde hace mucho tiempo la bandera del fútbol bien jugado que ha practicado la institución a través de todo este tiempo. Tito Manuel Gómez Procedente de la Argentina, Tito Gómez llegó en el mejor momento a Nacional porque a partir de su ingreso al club, el cuadro verdolaga se volvió a reportar en los primeros lugares del fútbol colombiano, canceló una cuenta pendiente de dos décadas sin títulos y se entregó al máximo para que Nacional se alzara con el título del 73 en Cali en el Pascual Guerrero ante el elenco azucarero. Eduardo Julián Retat El temperamento del colombiano no se alquilaba en prenderías ni se compraba en farmacias. Dueño de unos pulmones que le daban para 150 minutos en temperaturas exageradas, Retat fue bandera de una serie de jugadores que lo veían como el escudo con el que podían salir a defenderse a cualquier latitud. De su fibra y su empuje partieron las enseñanzas del Maestro Oswaldo Juan Zubeldía para ese campeonato de 1976. Leonel Álvarez El León del mediocampo que desde todos los sectores de la cancha era compinche de todos los jugadores del equipo. La coraza del equipo. El abrigo para el frío, el bronceador para las calderas. Pundonor a prueba de todo tipo de terrenos y circunstancias. El hombre eterno del video de la gloria. El que fue capaz de parar el sufrimiento para elevarnos a la estatura de campeones continentales. Un jugador de características europeas nacido y criado en Antioquia. Por fortuna, Leonel se hizo grande en Nacional, con la camiseta verdolaga y para todo el planeta. Herman Gaviria Desde las divisiones inferiores del club hasta la Selección Colombia del Mundial de 1994. Guapo, corajudo y con un dominio de balón exquisito que le entregó la oportunidad de llegar a posición de gol más veces que los demás jugadores que actuaban en su posición, Carepa se ganó un lugar en la memoria del pueblo verde gracias a tanta garra dentro del terreno de juego. Formó con Barrabás, con Leonel, con Chicho Pérez y Chicho Serna y con muchos más, el mejor equilibrio del fútbol colombiano durante más de un lustro entre 1990 y 1996. Mauricio Serna Ídolo perenne de la masa verdolaga, estandarte de tres títulos y bastión del mediocampo del mejor elenco colombiano de la década del 90. Algo que nunca se va a olvidar de Mauricio Chicho Serna, seguramente, fue su labor en varios puestos del club de Hernán Darío Gómez y Juan José Peláez: jugaba tan bien de delantero (hizo goles actuando en esa posición, como de volante creativo y destructor). Hizo carrera dentro del club hasta marcharse hasta el cuadro de La Rivera (Boca Juniors) para ser más grande aún, y regresar a entregar más gloria al cuadro de sus amores. Un amor incondicional de la hinchada.
El costeño llegó para entregarnos dos títulos nacionales en 2005 y 2007 y poco a poco se fue metiendo en el sentimiento nacionalista gracias a su aporte en sudor y materia gris dentro del terreno de juego. Pequeño en estatura, pero gigante en entrega, el Ringo tiene momentos exitosos en Nacional que seguramente le tienen deparado un destino de Selección Colombia por su aptitudes dentro de la cancha.
VOLANTES DE CREACIÓN Miguel Zazzini Uno de los primeros extranjeros rendidores que tuvo el cuadro nacionalista con un exquisita pegada a la pelota, certera definición y excelente triangulación con sus demás compañeros que le permitía o hacer los goles o dejar que sus compañeros los hicieran. Por los costados o por el centro, desde afuera o llegando hasta el área, el volante siempre se las ingeniaba para crear peligro de gol en el arco de los rivales. Una insignia del título del 54 que llegó a Nacional para comenzar la historia más laureada del fútbol colombiano. Jorge Hugo Fernández Un talento innato, líder en la cancha del resto de sus compañeros, excelente dominador de balón. Se trataba “La Chancha”, de un jugador que jugaba cortico y que jugaba largo. Típico jugador de los 70, bajito y gordito, que en el fútbol lento de la época era demasiado era demasiado rápido mentalmente. Un crack que llegó a Nacional para sacarlo campeón en 1973 y estripar la racha negativa de 19 años sin títulos. En el trabajo de armado era muy bueno y además hacía goles. Se trata de un ídolo perenne del sentimiento verdolaga, muy recordado por todos aquellos que tuvieron la oportunidad de observar su magia. Jorge Olmedo Excelente ejecutor de pelotas detenidas, el argentino se tiraba por el costado izquierdo, manejaba bien la pelota y conducía magistralmente a un equipo que fue campeón en 1976. Su conducción con la mirada en alto y sus perfectos pases milimétricos al vacío fueron una de las características del campeón de 1976 que tuvo en su armador un hombre que supo cómo explotar a los delanteros rápidos y veloces que tenía. César Cueto
Hernán Darío Herrera El Arriero fue de lo mejor del fútbol colombiano en el período en que jugó al fútbol y tenía como características que iba por derecha o por izquierda, o partía desde el fondo o desde atrás, con la misma claridad y la misma eficiencia. Se juntaba con Cueto y hacía maravillas, definía con cierto grado de solvencia y era tan eficiente haciendo goles como poniéndoselos a jugadores como La Rosa, Vilarete o Sapuca. Salido de la entraña verdolaga, el caldense llegó hasta selección Colombia y le faltaon más socios que Wellington Ortiz para llevar a la exposición mundial todo su talento. Sergio Santín Coraje, discplina, talento y desborde, además e goles, distinguían al uruguayo de los demás. Uno de los mejores jugadores extranjeros de la época que llegó del Pereira y formó con Cueto una de las duplas de volantes más exquisitas de la historia verdolaga. Se fue siendo ídolo verdolaga a pesar de no haber llegado a un campeonato. Su potente disparo de pierna izquierda lo hicieron asomarse en el marcador más veces que cualquiera de sus colegas volantes. Mundialista en 1986, El Bocha siempre será recordado por la jerarquía que le imprimía al equipo, por su franja de capitán y por el talento que desparramó en el césped del fútbol patrio. Alexis García El capitán. Simplemente eso. Único hombre verdolaga de la historia en levantar la Copa Libertadores de América de primero. El Maestro entendía a la perfección el juego de sus compañeros y por eso se hizo notar tanto dentro del terreno de juego. Explotó las virtudes de Faustino Asprilla, Albeiro Uzuriaga, John Jairo Tréllez, Víctor Aristizábal y Juan Pablo Ángel. Nada ni nada menos que eso, puesto que de su mano todos fueron grandes jugadores, vendidos al exterior y aporte vital a la selección Colombia. Poseedor de una ductibilidad con el balón solamente opacada por el Pibe Valderrama que le impidió ser grande en selecciones Colombia, García levantó la copa en dos torneos colombianos y en tres internacionales (una Libertadores y dos Interamericanas) siendo uno de los jugadores, con Aristizábal de la historia del Atlético Nacional. Luis Alfonso Fajardo Mundialista en 1990, El Bendito regaba las canchas con su talento y dejó para el recuerdo y para la historia la obra de arte del gol del título de 1991 cuando con un globito perfecto bañó a Eduardo Niño del América, y metía el 2-1 definitivo, y sin darse cuenta, bañaba también de gloria a Atlético Nacional. Fundamental en la conquista de la Copa Libertadores, Fajardo poducía el fútbol que aman los líricos y que le apasiona a la tribuna y por eso se metió de lleno en el sentimiento verdolaga. Hugo Morales Ar-gen-ti-no, ar-gen-ti-no, ar-gen-ti-no. El grito de la tribuna hacía estremecer hasta al ser más glacial del pueblo verdolaga. Los tiros libres de Hugo Alberto Morales, la facilidad para enganchar rivales, y para asociarse con sus delanteros (especialmente Edixon Perea y Víctor Aristizábal) lo llevaron a coronarse campeón con Nacional en 2005 y dejar una huella del nuevo fútbol de verde, tan contundente gracias a sus dos delanteros, pero también a la creación que desde atrás ejercía el ex Huracán y Lanús que hizo goles históricos (a Medellín en un clásico en el último minuto para el triunfo verde y a Tolima para pasar a la final de 2004 contra Junior y al mismo equipo pijao para pasar a la final de 2005 contra Santa Fe). DELANTEROS Humberto Álvarez
Carlos Gambina Potente, goleador y muy capaz dentro del área, el argentino fue el primer goleador y campeón de Atlético Nacional en su historia. Rápido dentro del área, de fuerte cabezazo y excelente definición, llevó con sus goles al cuadro verdolaga a la primera vuelta olímpica de la historia. Procedente del Atlético Bucaramanga, Gambina dejó atónitos a toda la afición verde de la época con sus goles y disparó el sentimiento hacia límites insospechados cuando de tanto mandar balones a las redes contrarias colaboró con la conquista del primer campeonato profesional del fútbol colombiano para el balompié de Antioquia, a los seis años de creada la Dimayor. Primer hombre vestido de verde que mandó a la red un balón para cantar una vuelta olímpica en 1954 cuando anotó el tanto de la victoria ante Medellín que le entregó a los verdolagas la alegría de ser el primer elenco antioqueño en conquistar el título profesional del fútbol patrio. Víctor Campaz Se trata de un jugador diferente para la época, porque era potente, tenía buen biotipo, un perfecto olfato de gol, jugaba por derecha y por izquierda, le pegaba al balón con ambas piernas y era rápido. Sus capacidades lo hacían ganar fácil en velocidad en tiempos en que el fútbol era lento. Sus facultades para reventar defensas tuvieron su mayor impacto cuando se juntó con Lóndero en Belo Horizonte y entre ambos demolieron la defensa del Cruzeiro y vencieron por primera vez para el fútbol colombiano a un elenco brasileño en su territorio. Hugo Horacio Lóndero Se trataba el argentino de un goleador de raza que nació con la portería entre ceja y ceja. Era un centrodelantero que se conocía al dedillo la enciclopedia de los movimientos dentro de las 18 con 50. Sabía cuál era su posición y cumplía a cabalidad con las órdenes del entrenador de turno: haga dos goles por partido. Segundo máximo goleador de la historia del fútbol colombiano, Lóndero no sentía los efectos de las localias y era tan implacable adentro como afuera del estadio Atanasio Girardot. Segundo hombre en la historia verdolaga en disfrazarse de superhéroe moderno y anotar un tanto de título, cuando en Cali, en el estadio Pascual Guerrero y ante Deportivo Cali, anotaba el 1-0 con que Nacional sepultaba 19 años sin dar vuelta olímpica. Gustavo Santa
Oswaldo Marcial Palavecino El argentino, quien llegó primero al Cristal Caldas, tenía un remate potente, era de un corte de goleador de aquellos nueves que ya no existen, no era muy dúctil con la pelota pero definía muy bien frente a los goleros contrarios y está en el podio de los máximos goleadores del fútbol profesional colombiano, detrás de Valenciano y Lóndero. Con ragos indios en su rostro, Palavecino jugaba con una balaca en su cabeza y una manilla en su antebrazo izquierdo que lo distinguían fácilmente del resto de jugadores dentro del terreno de juego, pero lo que más lo hacía notar era su remate fuerte y su buena definición. Dentro del área era implacable y por fuera de ella se asociaba con gran facilidad a los volantes o punteros. Goleador con Atlético Nacional de los torneos de 1977 y 1978 con 29 y 36 goles respectivamente. Lastimosamente tantas celebraciones no se transformaron en vueltas olímpicas. Un elegido de Oswaldo Juan Zubeldía que lo había visto jugar en su país en Vélez Sarsfield de Argentina. Aparecido Donisette de Oliveira “Sapuca”
John Jairo Tréllez La Turbina se destacó desde siempre por su olfato de gol. Inclusive en su debut en Cúcuta en un lejano domingo de 1986, anotó su primera diana y fortaleció el mito de los jugadores turbeños. De perfil izquierdo, pero de regates por ambos costados, Tréllez se instaló en el olimpo de los goleadores verdolagas con perenne recuerdo por la conquista de la Copa Libertadores de América en donde fue factor primordial gracias a su épico gol a Millonarios en El Campín que eliminó a los Embajadores y catapultó a los verdes a la conquista de la Libertadores. Goleador del fútbol colombiano en 1992 con 25 goles, campeón en 1991 del fútbol colombiano y con 116 tantos marcados con la camiseta más grande del fútbol nacional, Tréllez ocupa un sitio especial en la remembranza verdolaga de todas las épocas. Albeiro Uzuriaga De paso fugaz pero supremamente efectivo por el cuadro verdolaga, El Palomo llegó a préstamo sin opción de compra del América de Cali (aunque jugaba en el Cúcuta donde también estaba a préstamo) en 1989 a buscar un lugar en el equipo que jugaba la Copa Libertadores. Poco a poco se fue ganando la confianza del técnico y comenzó a desplazar gente para terminar de titular. Primero a Juan Jairo Galeano y Didi Alex Valderrama, y posteriormente a Jaime Arango, para terminar con Tréllez como los emblemas de la delantera del campeón de América. Su tanto a Millonarios en Medellín que a la postre significó el paso a la semifinal contra Danubio, sus cuatro tantos antes los uruguayos en el Atanasio Girardot y sus dos goles en la Final ante Olimpia en El Campín, le permitieron ingresar para siempre en el túnel de la irrefrenable aceleración hacia el cariño eterno de un pueblo que lloró por sus goles y lloró por su muerte. Faustino Asprilla
Víctor Hugo Aristizábal
Edixon Perea Conformó una dupla letal con Aristizábal para el título de 2005, aunque ya venía haciendo goles por montones desde 2003 en Nacional. Y de antología, como el taquito a Quindío que será recordado por siempre, o los tres goles a Boca Juniors, incluido el del triunfo en la mítica Bombonera en la Sudamericana de 2003. Era perfecto como delantero puesto que hacía goles de izquierda, de derecha, de cabeza, de fuera del área, dentro de las 18 y en los primeros y segundos tiempos. Un tiempista para el cabezazo que se ganó un lugar en el recordatorio de los aficionados. TÉCNICOS FERNANDO PATERNÓSTER De la mano del argentino Nacional consiguió su primer título colombiano gracias a que vivía pendiente del club las 24 horas del día. En tiempos en que los técnicos simplemente nombraban a los jugadores que saltaban al terreno de juego, Paternóster se las ingeniaba también y además, para motivar a sus discípulos hasta actuaciones épicas. Sostuvo al campeón 18 fechas invicto en el torneo de ese año, perdiendo solamente contra Boca Juniors de Cali y de su sapiencia partió la base del campeonato. Era la primera luminaria que comenzaba a iluminar el firmamento más grande del fútbol colombiano, gracias a el argentino. JOSÉ CURTI Llegó en un momento caótico para el cuadro verdolaga, cuando pasaban y pasaban los años (19 en total) sin que Nacional volviera a festejar un título. Se fue para la Argentina, vio jugadores y decidió traer nada más y nada menos que a Raúl Navarro, Jorge Hugo la Chancha Fernández, Oscar Cálics y César Bóveda. Ganó el Apertura del 71, peleó la final hasta el final, fue protagonista del campeonato del 72 y se marchó en 1973 dejando todo servido para que Nacional comenzara a celebrar su segundo título. CÉSAR LÓPEZ FRETES Agarró el trabajo de Curti, los movimientos tácticos y el trabajo que había dejado el anterior entrenador, y a eso le sumó disciplina y resistencia atlética para terminar siendo el campeón de 1973. Nacional despachaba el hechizo de 19 años sin dar vueltas olímpicas, se convertía en un emblema del fútbol colombiano y forjaba una historia de tantas pasiones a la vista. OSWALDO JUAN ZUBELDÍA El Maestro. El guía. El mentor. El consejero. El tutor. El asesor. El supervisor. El ordenador. El profesor. El director. El adalid. El norte. El argentino llegó a Nacional a enseñarle al fútbol colombiano nuevos rumbos y nuevos objetivos. Y no solo eso, sino también a ganar. En cuestión de cinco meses sacó a Nacional campeón en 1976 y luego en 1981. Único técnico verdolaga con dos títulos en la historia patria. A donde ponía el ojo, ponía la meta. Se trataba de un técnico que enseñó comportamiento dentro y fuera de la cancha. Que pulió talentos vírgenes. Que miraba las hojas de vida que diariamente pernoctaban en el club, anónimas como las que más, y forjaba de a poco la economía del equipo a punta de sacar y sacar jugadores juveniles para la Primera División como Herrea, Sarmiento, Peluffo, Barrabás, Ricaurte, Luna, Maya, Porras, Bolillo, y tantos más. Se sus conocimientos se nutrieron grandes personajes de la vida futbolera del país y, aunque se marchó más temprano de lo que hubiéramos deseado, le agradecemos eternamente su filosofía y su identidad. Un grande que puso su granito de arena para que Nacional fuera como él: un fenómeno. LUIS CUBILLA No fue campeón, pero el uruguayo tuvo un equipo de ensueño con Carrabs, Brown, Suárez, Luna, Maya, Sarmiento, Santín Cueto, Herrera, Sapuca y La Rosa, además de Córdoba, Ricaurte, Barrabás, Calle... En 1983 ganó el Finalización y hasta último momento estuvo disputando el título pero una igualdad en Barranquilla en el viejo Romelio Martínez le quitó hasta la posibilidad de ir a Libertadores. Otro que dejó enseñanzas para que Nacional fuera posteriormente, y en su cara, campeón de América. FRANCISCO MATURANA El hombre que de la nada llevó a Nacional a la gloria más grande. De pasar de pelear rentados domésticos y perderlos durante 8 largos y fastidiosos años en que ganaban solamente dos equipos, a la vitrina continental y mundial, gracias a un juego lírico y armonioso que aplaudió el mundo. Para siempre Maturana quedará grabado en el recuerdo verdolaga por haber sido el gestor de la vuelta olímpica en la Copa Libertadores de América en 1989. Pacho fue, es y será una bandera, un latido, un icono, un símbolo, una insignia, un distintivo, un emblema, un atributo, un estandarte, un pabellón, un sello. Dejó su marca registrada y todo el pueblo verde la tiene tatuada en el corazón. HERNÁN DARÍO GÓMEZ El hombre que debería ser técnico verdolaga por los siglos de los siglos. Por su forma de ser, por su forma de hablar, por su forma de ganar, por su forma de regañar. No tiene defectos Bolillo. Es perfecto para el sentimiento verdolaga. Campeón de la Interamericana de 1990, campeón de Colombia en 1991, sucampeón de Colombia en 1990 y 1992, semifinalista de la Supercopa en 1993. Mucha grandeza para tan poco tiempo. Bolillo, las puertas de la casa están abiertas para cuando quiera volver. Por si no se acuerda, cuando usted se fue, el pueblo verdolaga le entregó las llaves del regreso. JUAN JOSÉ PELÁEZ De la mano de Pacho y Bolillo, el jericoano se hizo grande en Nacional hasta sacarlo campeón en 1994 de Colombia, subcampeón de América en 1995 de la Libertadores y campeón de la Interamericana en 1997, en su primera fase en Nacional. Regresó en 2003 cuando Nacional buceaba en las profundidades de la tabla colombiana para llevarlo a las dos finales que se perdieron en 2004 y dejarle el camino servido a Santiago Escobar para el título de 2005. LUIS FERNANDO SUÁREZ Tomó el trabajo dejado por Reinaldo Carlos Mostaza Merlo y en cuatro meses hizo "la Gran Zubeldía": Nacional campeón. De las entrañas verdolagas, verde hasta sus poros, es uno de los cuatro técnicos (los otros tres son Pacho, Bolillo y Sachi) que jugó para el club y luego dirigió con un solo destino: vuelta olímpica. SANTIAGO ESCOBAR Sacó a Nacional campeón en 2005 con un fútbol vistoso y alegre. Hermano de la gran leyenda de nuestro fútbol como lo fue Andrés Escobar. A Sachi siempre se le agradecerá su entrega por y para el equipo. Y además, su forma de ser. Un hombre cristalino a carta cabal. Por eso sigue triunfando en donde trabaje. Otro que algún día, debe regresar. OSCAR HÉCTOR QUINTABANI Campeón con Nacional en 2007, actual técnico del verde, tiene por delante la historia a sus pies. Profesional y metódico, ordenado y equilibrado, sagaz y repentino, tiene la virtud de la oportuna lectura de los partidos para realizar los cambios perfectos. El colombo-argentino siempre triunfó en los equipos que dirigió en Colombia y hoy en Nacional aspira a grandes cosas basado en la confianza que le deposita su amplia trayectoria. El colombo-argentino sabe perfectamente que la táctica (acertada utilización del espacio y los tiempos) es muy importante, pero también entiende que lo más antiguo que tiene el fútbol es la pelota y que sigue siendo lo más relevante. Armó un equipo que siempre intentó priorizar el buen trato de pelota, el juego fluido y armónico en donde imperó el orden, pero sin olvidar la lúdica, y la maniobra elaborada con inteligencia y buen gusto, como métodos idóneos para jugar mejor y ganar seguido. |
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